L'entrée de l'exposition du Grand Palais
La entrada de la exposición del Grand Palais
(photo / foto N. Genaille)
"México 1900-1950", una hermosa exposición de pintura en París...
Les grandes toiles inspirées par les impressionnistes et les cubistes nous accueillent à l'entrée de l'exposition du Grand Palais sans nous dépayser... Les peintres mexicains du début du XXe siècle ont commencé leur carrière en Europe. Diego Rivera peint ainsi Notre-Dame-de-Paris (1909).
Mais avec les "trois grands" muralistes, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros et Diego Rivera, et avec les autres, l'art mexicain intègre bientôt les origines ou l'actualité de l'histoire nationale et la réalité ou la poésie de la vie indigène.
La superbe broderie de la femme d'Oaxaca peinte par Ramón Cano Manilla (1928), qui éclate avec le tissu blanc sur le fond vert sombre de la forêt et la peau foncée, m'a particulièrement impressionnée. Et l'un de mes tableaux favoris de cette belle exposition est la Molendera de Diego Rivera (1924), où la femme en simple robe blanche (Luz Jiménez) écrase le nixtamal, la pâte de maïs, sur le metate de pierre pour faire les tortillas (photo infra). Les tableaux très durs d'Orozco (Tête flêchée, 1947) et de Siqueiros (Accident dans la mine, 1931) montrent un aspect beaucoup plus sombre de la vie mexicaine.
Ramón Cano Manilla, India oaxaqueña, 1928
(photo / foto N. Genaille)
La superbe broderie de la femme d'Oaxaca peinte par Ramón Cano Manilla (1928), qui éclate avec le tissu blanc sur le fond vert sombre de la forêt et la peau foncée, m'a particulièrement impressionnée. Et l'un de mes tableaux favoris de cette belle exposition est la Molendera de Diego Rivera (1924), où la femme en simple robe blanche (Luz Jiménez) écrase le nixtamal, la pâte de maïs, sur le metate de pierre pour faire les tortillas (photo infra). Les tableaux très durs d'Orozco (Tête flêchée, 1947) et de Siqueiros (Accident dans la mine, 1931) montrent un aspect beaucoup plus sombre de la vie mexicaine.
La magnifique sculpture de Francisco Zúñiga, Groupe de femmes (1974), photo infra, fait la transition entre les deux étages et la salle suivante, "Artistes femmes, femmes puissantes". On y retrouve bien sûr Frida Kahlo, mais aussi la photographe Lola Álvarez Bravo, Nahui Olin, María Izquierdo, Olga Costa. Les autres salles montrent l'évolution de la peinture, les rapports avec les États-Unis (Orozco, Les Morts, 1931), les rapports avec le surréalisme.
En somme, une exposition très riche dans laquelle on a plaisir à s'attarder, et qui m'a fait mieux connaître l'art de ce pays qui me tient tant à coeur.
Las grandes telas inspiradas por los impresionistas y cubistas nos acogen a la entrada de la exposición en el Grand Palais en París, sin desorientarnos. Pues los pintores mexicanos del inicio del siglo 20 empezaron su carrera en Europa. Diego Rivera pinta así Notre-Dame-de-Paris (1909).
Pero con los "tres grandes" muralistas, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, y con los otros, el arte mexicano integra pronto los orígenes o la actualidad de la historia nacional, y la realidad o la poesía de la vida indígena.
El espléndido bordado de la mujer de Oaxaca pintada por Ramón Cano Manilla (1928) que estalla con el tejido blanco sobre el fondo verde oscuro de la selva y la piel oscura me impresionó especialmente. Y una de mis obras preferidas de esa hermosa exposición es la Molendera por Diego Rivera (1924): una mujer en vestido blanco sencillo (Luz Jiménez) muele el nixtamal sobre el metate de piedra para hacer las tortillas. Los cuadros muy duros de Orozco (Cabeza flechada, 1947) y de Siqueiros (Accidente en la mina, 1931) muestran un aspecto mucho más sombrío de la vida mexicana.
La magnífica escultura por Francisco Zúñiga, Grupo de mujeres (1974) hace la transición entre los dos pisos y la sala siguiente: "Artistas mujeres, mujeres poderosas". Se le encuentra ahí, claro, Frida Kahlo, pero también la fotógrafa Lola Álvarez Bravo, Nahui Olin, María Izquierdo, Olga Costa. Las otras salas muestran la evolución de la pintura, las relaciones con Estados Unidos (Orozco, Los Muertos, 1931), las relaciones también con el surrealismo.
En suma, una exposición muy rica en la cual se gusta detenerse, y que me hizo conocer mejor el arte de ese país por el cual tengo un gran interés.
Orozco, Los Muertos, 1931
(photo / foto N. Genaille)
Las grandes telas inspiradas por los impresionistas y cubistas nos acogen a la entrada de la exposición en el Grand Palais en París, sin desorientarnos. Pues los pintores mexicanos del inicio del siglo 20 empezaron su carrera en Europa. Diego Rivera pinta así Notre-Dame-de-Paris (1909).
Pero con los "tres grandes" muralistas, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, y con los otros, el arte mexicano integra pronto los orígenes o la actualidad de la historia nacional, y la realidad o la poesía de la vida indígena.
Diego Rivera, La molendera, 1924
(photo / foto N.Genaille)
El espléndido bordado de la mujer de Oaxaca pintada por Ramón Cano Manilla (1928) que estalla con el tejido blanco sobre el fondo verde oscuro de la selva y la piel oscura me impresionó especialmente. Y una de mis obras preferidas de esa hermosa exposición es la Molendera por Diego Rivera (1924): una mujer en vestido blanco sencillo (Luz Jiménez) muele el nixtamal sobre el metate de piedra para hacer las tortillas. Los cuadros muy duros de Orozco (Cabeza flechada, 1947) y de Siqueiros (Accidente en la mina, 1931) muestran un aspecto mucho más sombrío de la vida mexicana.
Francisco Zúñiga, Grupo de mujeres, 1974
(photo / foto S. Nourry Namur)
En suma, una exposición muy rica en la cual se gusta detenerse, y que me hizo conocer mejor el arte de ese país por el cual tengo un gran interés.
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